Soñado por Ainulindalë on 2/27/2009

El haber crecido rodeada de montañas, escuchando el sonido de la naturaleza...quizá aquello fuera lo que la hacía tan indómita. Quizá su infancia...en la que siempre había galopado libre, por prados, colinas... quizá era aquello lo que la había hecho ser lo que era.

Como ella era.

Otros decían simplemente que la sangre salvaje corría por sus venas.

Tanto daba.

Lo que quedaba claro a ojos de cualquiera es que ella era un ser libre. Lo fué desde que nació, desde que sus ojos, de aquel descomunal azul se habían abierto a la vida. Ojos que nunca dejaron de proyectar aquella luz de vivacidad, de libertad que anidaba en lo más hondo de su alma.

Siendo tan solo una niña, había días en los que no regresaba a casa hasta el crepúsculo, cubierta de barro y jadeante, pero siempre sonriente, pues sus padres le habían dado el más grato de los regalos, la libertad.

Libertad de vivir en aquel lugar lleno de vida y esperanza.

Siendo ya una mujer, nada cambió en ella, seguía siendo aquel ser salvaje, un ser libre. Su belleza era tan pura que casi cortaba el aliento. El cabello color plata hondeando al viento tan indómito como lo era ella.

Si preguntabas a cualquiera, pocos podían contestar dónde encontrarla; ninguno sabría jamás que era aquello que cruzaba la mente de ella. Lo que sí podían jurar era lo sobrenatural de su rostro, que cuando reía, con aquella risa cristalina no existían días malos.

La llamaban "La Hija de la Loba".





Pocas veces se la podía ver conel resto de jóvenes. Quizá para ella su vida eran las montañas, e cielo, los ríos... poco imporaba lo que fuera, ella era "La Hija de la Loba".

Correr bajo el sol de verano, mientras éste arrancaba destellos de oro y plata de su cabello. Cerrar sus ojos azules mientras su piel se bronceaba en las largas horas tendida en la húmeda hierba. Su tierra.

Pero un día, la arrancaron de aquel paraíso terrenal. Igual que a un animal salvaje. Y la trajeron aquí...

A mí ciudad.

Cuando la ví esa vez, aquella belleza quedaba mermada por la palidez casi fantasmal de su rostro, en sus ojos dejó de brillar la luz de antaño, para anidar un profundo dolor. Un desasosiego tan árduo que costaba mirarla, ver como arrastraba sus pasos por esta ciudad, por sus angostas callejas, esquivando a personas que siempre llevan prisa. Si la hubierais visto tratando de mirar al cielo, a través de las nubes de contaminación, escuchar el viento a través del rugido de obras, camiones, coches...Solo pude ver una lágrima en su rostro, una solitaria lágrima que galopó por sus mejillas, hasta llegar a sus labios. Para mi fué demasiado.

Tanto tiempo la había observado... me acerqué. Junté mis labios con los suyos, limpié sus lágrimas. Un ser así no debía seguir enjaulado en su propio sufrimiento. Me miró, casi en trance y entreabrió sus labios, ladeando gracilmente su esbelto cuello, volvió a besarme.



Y entonces, cuando estábamos abrazados todavía,clavé mi navaja en su pecho.

Sentí su sangre cálida brotar, humedecer mis dedos, mi pecho, aún pegado al sullo, un pequeño espasmo que la recorrió. Un hilillo de sangre que corrió por sus labios, hasta los míos. Note el sabor metalizado de su sangre, de mis lágrimas...y no recuerdo mucho más...

Sonidos de sirenas...quizá alguien me acusó de asesinato...poco importaba, solo recuerdo que en aquel infierno de gritos, y sirenas, el rostro de ella mostraba una sonrisa. Ya no escuchaba el estresado sonido de la ciudad. Y por fin le había devuelto lo que ella más ansiaba. No se puede enjaular a un lobo.

¿Que si soy yo quien la mató? No podriá decirlo.Ella y estaba muriendo, quizá lentamente, quizá yo le devolví la paz. Yo la amaba. A una loba no se la debe sacar de su tierra, porque muere. Igual que ella. Igual que yo.






Soñado por Iñaki San Martín on 2/22/2009

Me desperté súbitamente, jadeando. Todo estaba oscuro a mi alrededor. Me levanté de un salto de lo que noté como una cama dura, y me puse alerta, pues algo me decía que mi vida corría peligro.

Por el frío que sentía en el cuerpo sólo llevaba puesta ropa interior y en las mejillas notaba un picor peculiar, como el que sólo da una barba de varios días.

No recordaba nada, ni quién era, ni de dónde era... ni qué era aquel oscuro lugar, aquella habitación en penumbra, aquella celda de sombras.

Algo se movió detrás de mí, de un salto me aparté, poniéndome precavidamente en guardia.

Silencio.

No se oía nada... pero cuando mis ojos comenzaron a acostumbrarse a la penumbra logré distinguir dos pequeños puntos que relucían en la oscuridad como ojos de felino.

Antes de darme cuenta, lo que sea que hubiera en aquella habitación saltó sobre mí, haciéndome caer de espaldas.

Lo tenía encima, intentando cazarme con lo que intuí serían feroces fauces. Mi mano izquierda luchaba por mantener a la bestia lo suficientemente alejada de mí, mientras que la derecha buscaba a tientas en las tinieblas de la habitación.

Encontró algo duro y de tacto metálico.

Con un rápido movimiento, estampé aquel objeto contra mi agresor. Se escuchó un gemido indescifrable y me vi libre. Me levanté dispuesto a plantar cara enarbolando el objeto metálico.

Al fin, mis ojos pudieron ver casi del todo a mi agresor... pero no podría decir si era humano o animal. Se movía amenazadoramente a cuatro patas, era tremendamente delgado, huesudo, no aparataba la mirada de mí, ni de mi arma, y sus ojos despedían... odio. Un odio profundo y oscuro como sus ojos.

Tras él logré distinguir el débil destello del marco de una ventana con la persiana bajada. Pensé que sería una buena manera de salir de allí, puesto que no había visto ninguna puerta. Siempre y cuando lograra librarme del espeluznante ser.

Saltó de nuevo pero esta vez yo fui más rápido, me agaché y conseguí golpearle con la punta roma del arma en el pecho. De haber sido una lanza o espada lo habría ensartado como una aceituna. Esta idea me llenó de satisfacción al imaginármelo. Al instante intenté de deshacerme de esa aterradora sensación que sentía casi como placentera.

El bicho cayó de espaldas a un lado, y decidí que había llegado el momento.

Corrí cuanto pude hacia la ventana y embestí con el arma por delante.

Unos luminosos rayos de luz llenaron la habitación. El extraño ser, que de nuevo se había lanzado a por mí, se protegió la cara con sus huesudas manos y retrocedió. Le golpeé de nuevo con el arma, dejándolo retorcido de dolor en el suelo y totalmente cegado por la luz.

Salté por el hueco que le había hecho a la ventana y eché a correr.

Soñado por Ainulindalë on 2/07/2009

Tiempos hacer que es blog parece dormido y tantas cosas nos han pasado a todos desde entonces que parece mentira que no haya pasado ni un año desde la ultima entrada... todos somos diferentes pero, por que no apartar nuestras diferencias una vez mas para poder volver a soñar?? y ademas hoy nieva , cosa que me pone de buen humos pese a haber suspendido la mierda de lógica que asignatura más facil no se ha visto-...y aun asi la peeenco!en fin en septiembre será cuando vuelva a reunirme con los seres acuaticos terrestres que estan en el agua en el congo...ya da igual! porque la vida data de cosas mucho mas importantes que un examen o dos (o tres o cuatro..) es la vida la unica que tenemos. Vivirla con quien queremos, como nos gusta y sintiendonos plenos...eso es lo mas importante! para ´ñi la sensación de ser libre y "salvaje" de saber que puedes hacer lo que quieras...que si quiero ahora me pongo a saltar a cantar a gritar... ser como se es...eso es lo verdaderamente iportante hoy y mañana! y quiero compartir mis sentimientos con vosotros!

Soñado por Daedalus on 2/06/2009

Un crucero te puede ofrecer muchos lujos y comodidades, pero no hay nada comparable a pilotar tu propio caza estelar por las bastas infinitudes. Para ello, he aquí las dos mejores propuestas:



Viper Mk. II: aunque más viejo que el mark VII, sus más de 40 años de uso efectivo en dos guerras hacen de él una apuesta segura. Dirigidos hacia delante, los dos cañones cinéticos de este caza monoplaza tienen una capacidad de munición de 800 proyectiles, y una tasa de disparo de 20 por segundo. Cuenta también con un lanzador de misiles javalina con capacidad de hasta ocho disparos. La increible maniobrabilidad del viper hace de él un blanco dificil, y un enemigo impredecible. Pero, si resulta dañado, cuenta con un sistema de eyección de emergencia.






Aquí podeis ver a los viper en combate, y comprobar, hacia el minuto 3, lo endemoniados que pueden ser: http://www.youtube.com/watch?v=0xiUQ1soqQQ&feature=related



F-302: el sucesor obvio del X-301 desde el año 2003, aunque más lento y menos maniobrable, posee tres tipos diferentes de motores sublumínicos, que le permiten despegar desde la superficie de un planeta y salir al espacio, además de un hipermotor alimentado con naquadriah para saltos cortos. Este caza biplaza cuenta con un casco de naquadah, y está armado con 4 misiles montados en las alas, y dos cañones de raíl en el morro. Por si las cosas se ponen muy feas, cuenta también con sistema de eyección en ambos asientos.



Este vídeo muestra al F-302 en acción: http://www.youtube.com/watch?v=cyxIfvtxfBw&feature=related